Infojus: Los padres de Ángeles Rawson reconstruyeron la desaparición de su hija

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Los padres de Ángeles Rawson reconstruyeron la desaparición de su hija

| Fuente: Infojus Noticias | Fecha de publicación: 2015-02-27 | Por: Natalia Biazzini | Fecha de captura:: 2016-01-23 12:16

Lo hicieron En la tercera audiencia del juicio que tiene como único imputado al ex portero Jorge Mangeri, acusado de haber abusado y asesinado a la adolescente de 15 años Ángeles Rawson. Los jueces y las partes participaron de una inspección ocular en el edificio donde supuestamente ocurrió el crimen.

“Entró mi prima con la cara desencajada y dijo que habían encontrado un cuerpo. Me di cuenta de que era Ángeles porque mi hijo pegó un grito… y caí al piso”, contó en medio del llanto esta tarde, Jimena Aduriz, la madre de la adolescente, frente al Tribunal Oral Criminal 9. El único imputado, Jorge Mangeri, la miraba fijamente desde otro rincón de la sala, con una remera blanca.

Con muchos silencios, en esta tercera audiencia Jimena intentó reconstruir lo que vivió el lunes 10 de junio de 2013. Habló de horarios y de cómo era su casa, cuántas llaves había y cómo se accedía a la terraza. Contó que la última vez que habló con su hija fue por teléfono a las 8.10 de la mañana, antes de que ella se fuera a su clase de gimnasia. “ La llamé para recordarle que compre café porque no había más”. Jimena lloraba, la cara se le ponía colorada y se tapaba los ojos. Le pedía perdón al tribunal por sus lágrimas. Su abogado, Pablo Lanusse, se le acercó en una oportunidad para darle un vaso con agua. Muchos en la sala del sexto piso del tribunal estaban conmovidos, incluso los agentes del Servicio Penitenciario que miraban a Mangeri.

Con su metro cincuenta de estatura, saco negro y pelo rubio atado, se quebró cuando recordó que a las 21.20 de la noche se percató que su hija no había vuelto de la Cultural Inglesa. Más tarde le confirmaron desde ese lugar que su hija no había asistido a clases y antes de las 22 supo que su hija tampoco había ido al colegio en el turno tarde. “Cuando la empleada, Dominga Torres me confirmó que no había visto a Ángeles me desesperé. Ella era mi última esperanza”, le dijo al tribunal.

El único momento de la audiencia en que Jimena sonrió fue cuando recordó el hobby de su hija: le encantaba fabricarse disfraces de personajes de comics. “Lo hacía con sus hermanos, era su pasión”.

Entre las preguntas, Jimena contó cuando se reencontró con el cuerpo de su hija. “La peiné y la acomodé un poco”, dijo en llanto. De su cuello colgaba el mismo rosario marrón que trajo en las últimas audiencias.

En el último momento de su declaración, la fiscalía le pidió que reconociera a su hija en unas filmaciones. Jimena accedió y después de mucho tiempo volvió a ver la fachada de su vieja casa. “Esa es mi hija”, repetida una y otra vez cuando aparecía Ángeles. En un momento, Jimena preguntó en voz alta si la calle Ravignani estaba empedrada. Mangeri respondió que no con la cabeza. Fue el único gesto que hizo en la audiencia. Pero Jimena no lo vio, evitó mirarlo en toda su declaración. Incluso cuando dijo que sintió “horror” cuando supo que el portero de su edificio, el que ella confiaba y respetaba, era el acusado del crimen de su hija. 

A las cuatro de la tarde declaró el papá de Ángeles, Franklin Rawson. También reconstruyo detalles de la noche del 10 de junio, cuando se enteró de la desaparición de su hija. “Cuando llamé a una compañera de mi hija y me dijo que Ángeles no había ido al colegio, me asusté muchísimo y se me hizo un nudo en la garganta”, dijo. Con pesar, dijo que la última vez que la vio fue el viernes a la mañana. Fue el abogado Lanusse el que le confirmó que el cuerpo encontrado en el Ceamse era de su hija. “Lloré y grité”, contó con voz firme a la vez que no dejaba de mover su pie derecho como un tic nervioso.

A unos metros de Mangeri estaban sus familiares y su suegra, que como en todas las audiencias fueron a acompañarlo.Uno de ellos tomaba nota de todo lo que decía la madre de Ángeles en un cuaderno grande. Afuera de la sala una sobrina del portero, de unos diez años, dormía en un viejo sillón de madera de tribunales.


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